martes, 9 de julio de 2013

The Beach

Ko Phi Phi queda a 4993 km de Dubai, 9384 km de Río de Janeiro, 10636 km de Reikavik y 16406 km de Mexico City y a 2 horas de Phuket. Es una isla que podría haber sido un paraíso desierto si Danny Boyle no la hubiera hecho protagonista de su película The Beach (La Playa), teniendo la brillante idea de incluir a Leonardo Di Caprio entre sus actores. Desde aquel año 2000, Phi Phi no para de recibir turista de todos los tipos, colores y sabores, que buscan la famosa comunidad hippie que Di Caprio protagonizó en aquel entonces.

Cuando Agus me dijo que quería pasar su cumpleaños allí, no fue tanto la cantidad de turistas lo que me hizo dudar de la travesía sino el saber que había sido una de las zonas más afectadas por el tsunami ya que por su tamaño y ubicación resultaba más que vulnerable para cualquier tipo de siniestro mínimamente controlable. Pero al llegar allí me di cuenta que mi temor por el tsunami iba a ser el menor de mis problemas…

La travesía comenzó con una hora y media de barco donde una vez arriba te repartían unas bolsas de supermercado con la que se adivina la intención. Nos vamos a mover mucho, pensé. Mal presagio de un viaje si lo primero que te dan es la bolsa de vómito, que encima de todo es transparente. Lo que significa que si no la usas por el movimiento de las olas la usas por el asco de ver a alguien usándola. En fin, que quién nos salvó la vida fue James Cameron y su peli Avatar – quién lo diría- que logró durante todo el viaje mantener la vista fija en un punto y así no marearnos demasiado y no prestar demasiada atención a nuestro alrededor.

Llegar a la Isla de Phi Phi es realmente impactante. Tanto, que terminas dándole las gracias a Danny Boyle por haberla descubierto. Es, sin duda alguna, uno de los mares más turquesas que tuve la suerte de ver en mi vida. El paisaje, todo él, es propiamente un escenario de película. Es increíblemente hermosa. Llegamos a la isla y bajamos junto a la manada de chinos que también habían visto la película.

Llegamos al hotel y nos dimos cuenta que los tailandeses, además de ser unos artistas de la copia (copia de carteras, de camisetas de marca, de tecnología) son unos artistas sacando fotos. Las sospechas de que este hotel tan hermoso era dudosamente barato tenía una sola explicación: todas las fotos de la web eran de noche! Clarooo, de noche en Tailandia todo parece más bonito! Pero como las vistas de nuestra habitación eran incopiables e imperturbables, aun así valía la pena. Por supuesto que cuando llegamos, la primera noche ya estaba cobrada en la tarjeta de crédito hacía días y la segunda nos la cobraron en el momento. No sé por qué, los tailandeses tienen esa rara sensación de que los vamos a engañar cuando ellos son los reyes del mambo en engaño.

Lo primero que hicimos fue cruzar a la playa (así de bien ubicados estábamos). La playa superaba las vistas desde nuestra ventana aunque se vieron algo perturbadas por esos paraguas exquisitamente chinos que cubrían aquellas blancuras exquisitamente chinas cubiertas de flores por doquier.

Al día siguiente ya estábamos preparados para hacer lo que se supone que hay que hacer en Phi Phi: ir a The Beach. Manejamos varias opciones pero nos quedamos con la más cómoda para una familia con hijos. El regateo para subirnos a una barca tradicional que nos lleve durante 3 horas a Maya Beach (The Beach) fue relativamente rápido y fácil. Pensamos que podría ser porque Tailandia ya está a nuestros pies...pero nada más lejos de eso.


Llegamos a la barca puramente tailandesa y debo decir que me centré en lo admirable que era que un vehículo de ese estilo pudiera tener en su techo de tela un panel solar. Tan centrada estaba en mi asombro de ver combinar la precariedad con las nuevas tecnologías que no me percaté del estado del resto de la barca. Con sólo mirar la batería se podía adivinar que los paneles solares definitivamente eran un show off. Algo así como una atracción para estos europeos ecologistas que se quejan de la basura que tiramos y no se dan cuenta que de esa forma le sacan el trabajo a los basureros.

La barca nunca arrancó, aun robándole la batería a su vecina. Para ese entonces nuestros razonamientos andaban por los caminos del “y si arranca finalmente y después nos quedamos varados en Maya Beach”. Ya no tenemos edad para andar buscando la comunidad hippie de Di Caprio! Cuando atinamos a irnos, nuestro amigo el “barquero” nos invitó a cambiarnos de barca y viajar con su compañero. La misma barca a la que le había robado la batería. Rogamos al padre Buda que no nos hundiéramos en el centro del océano y a pesar de todo lo poco religiosos que somos parece que aún se escuchan algunos de nuestras plegarias.

El viaje en barca tradicional es una experiencia que hay que vivir. Más allá de la sensación de estar al borde de lo prehistórico, las cosas se ven con mayor naturalidad. De hecho era como que la naturaleza nos pasaba por encima. Los colores del paisaje eran inigualables: el turquesa del mar, el verde agua de las plantas que cubrían las piedras, el negro y amarillo de las mariposas más hermosa que me he topado, la gran cantidad de naranjas fosforescentes de...el naranja fosforescente de…aahh perdón, esos son chinos con salvavidas haciendo snorkel! Y sí, hay que empezar a admitirlo, los chinos ya son parte del paisaje.

Maya Beach fue lo menos impresionante que vimos en nuestro pequeño paseo en barca. No sé si fue por la decepción de ver la basura a la orilla del mar o por pensar que en esas playas estuvo DiCaprio. Pero por todo lo demás, el viaje valió la pena, incluso a pesar de los chinos.

Cuando estábamos sacando estas conclusiones sólo había pasado una hora y media y nuestro piloto ya se quería volver. Le advertimos de nuestro trato con su compañero. “3 hours, 1200 bths”.  A pesar de eso comenzamos nuestra retirada para completar las 2 horas que para nosotros habían sido más que suficientes. A la hora de pagar, obviamente nuestro precio era menor porque eran menos horas. Y ahí fue cuando Agus terminó en la policía. No se preocupen tan rápido que solo fue por propia voluntad. Ambos partícipes del pleito hicieron al policía de la isla juez de la disputa.  Esta vez las artimañas tailandesas no se salieron con la suya porque lo que pudo ser un 2 horas x 1500 terminó siendo un 2 horas x 1000. ¡¡¡Agus 1, tailandeses 0!!! Bueno, al menos este mes de Julio que recién empieza.

Por lo demás, debemos decir que fueron unas mini vacaciones para envidiar y que, a pesar de los chinos, Phi Phi es uno de los paraísos que solían estar perdidos y por suerte Danny Boyle lo encontró. 
Y nosotros también!



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