En el año 2004, la costa de Phuket sufrió
el tan conocido tsunami provocado por un terremoto que se
originó en Banda
Aceh, Indonesia. Fue un tsunami que
sorprendió a la mayor parte de la gente celebrando sus navidades.
Cuando llegamos a Phuket, sabíamos que
estábamos en tsunamis hazard zone y
como todo el mundo no paraba de decirnos “No se preocupen, no se repetirá. Por
probabilidades es imposible que vuelva a pasar en el mismo lugar”, nunca fue un ítem a tener en cuenta en nuestro
plan de viajes.
Tan tranquilos estábamos, que a mi marido se le ocurrió la brillante idea de
ver la película “Lo Imposible”. No sé si pecamos de morbosos o masoquista, pero esa noche nuestra sensibilidad bajó a tales niveles que el soplo del viento y
la lluvia fueron suficiente causa para
que Agus se despertara con la sensación de que el edificio se había movido y yo
con la idea que se aproximaba un tornado. De más está decir que ni uno ni otro teníamos
razón porque lo único que habíamos sentido era el famoso moonzon, tan típico
por estas fechas. Así que nos relajamos y dejamos de ilusionarnos con la idea
de que él era Ewan McGregor y yo Naomi Watts.
Unas semanas después, en una de nuestras
recorridas de reconocimiento por el barrio, nos topamos con un cartel muy cerca
de casa con la siguiente inscripción “Tsunami
evacuation route. 3 km”. El cartel no me llamó tanto la atención por su
inscripción como por lo atractivo de su gráfica. Mi primera reacción fue reírme
ya que, como muchos de vosotros, pensaba que para el momento en que pudiera
haber leído el cartel y respondido a él, seguramente el Tsunami ya nos habría
pasado por encima. Sin embargo, se me activó la luz de la lucidez por un rato y
pensé que definitivamente habría un plan de evacuación del cuál nosotros no
teníamos ni idea.
Al tercer cartel que encontré del estilo
decidí que era hora de preguntarle a Nice. Y cuál fue la respuesta de Nice?
RUN! Cómo que RUN, Nice? Yes, RUN. Ese fue el momento en que caí que el tsunami
sí entraba en mi lista de temas a tener en cuenta, junto con los paraguas y los
impermeables para el moonzon.
Entonces fue cuando me enteré que tenía
que tener una mochila preparada con un recambio de ropa para todos, una
linterna con la batería fuera, agua para Ian, los pasaportes y un estado
olímpico como para correr cargando 20 kilos de niños y 5 de equipaje a lo largo
de 3 kilómetros. También supe que escucharía por los altorparlantes ubicados a
lo largo de la isla, un sonido completamente reconocible y que en realidad lo
más seguro era salir corriendo cuando todos los pájaros vuelen y todos los
perros ladren, al mismo tiempo. Y por último, que nunca, nunca me debía subir a un
coche.
Supongo que mi cara atónita no fue suficiente, porque Nice me siguió contando que en el 2012 había habido una alerta de
Tsunami por un terremoto en Birmania y que mucha gente se había ido a vivir a
los hills durante meses, por si los
mosquitos. Pero intentó tranquilizarme diciéndome que no me preocupara, que el
tsunami de aquí había sido sólo de 2 metros. Calculando mi 1,60 + 98 de Ian +
55 de Mila creo que haciendo un casteller, tal vez tendríamos opción de salvar
a los enanos.
Por suerte Khun Um echó un poco de agua
fría al tema contándome que la zona de Bang Tao no había sido mayormente
afectada ya que estamos en una Bahía y que lo peor lo había sufrido Patong y Phi Phi.
Mi instinto ante la situación me llevó a
investigar un poco más sobre el tema y al no poder cumplir ni uno de los
requisitos que proponían (vivir a más de 30 mts de altura, a más de 3
kilómetros del mar y no tardar más de 15 minutos hasta la zona de evacuación)
decidí entonces salir a explorar el
camino a la salvación. Lo convencí a Ian de ser un explorador y que con su mapa
(el del metro de Bangkok) encontraríamos nuevos caminos para jugar.
Seguí la señalización, identifiqué los
altavoces, aprendí a decir “Cómo estas” en tailandés gracias a un vecino amigo,
encontré una tienda de ropa con cosas muy lindas y hasta un minimarket con
helados! Nunca llegué al refugio porque hacía mucho calor, pero lo más próximo
que estuvimos de él fue a 500 metros.
Eso sí, si algo es seguro es que si
hacemos el camino hacia la salvación algún día, ropa y helados no nos van a faltar. Y también vamos a poder preguntar cómo están en tailandés! Nada más
necesario para esos momentos de pánico!
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